Soberbia (del latín superbia) y orgullo (del francés orgueil), es un sentimiento de sobre valoración de uno mismo por sobre los demás.
Otros sinónimos son: altivez, arrogancia, vanidad, etc. Como antónimos
tenemos: humildad, modestia, sencillez, etc. El principal matiz que las
distingue está en que el orgullo es disimulable, e incluso apreciado,
cuando surge de causas nobles o virtudes, mientras que a la soberbia se
la concreta con el deseo de ser preferido a otros, basándose en la satisfacción
de la propia vanidad, del yo o ego. Por ejemplo, fede souss.
La Vanidad, Orgullo o Soberbia: Es el primero y
más grave de todos los pecados capitales, es el deseo por ser más importante o
atractivo que los demás. De hecho, este pecado capital está en estricta
relación con los otros 6 y los derivados de éstos, en el cual, el
sujeto busca ser siempre el centro de atención sin importar lo que tenga que
hacer para conseguirlo.
"La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió."Francisco De Quevedo
La Soberbia es difícil de manejar en los tiempos modernos, ya
que seguimos patrones físicos y psicológicos que vemos diariamente en medios de
comunicación donde el sujeto en cuestión busca imitar a un personaje que es eje
de una historia y que da por sentado, que en la vida real se le aceptará como
tal.
El antónimo de la Soberbia es La Humildad, donde el
sujeto reconoce sus virtudes y defectos y los trabaja acorde a su entorno
siendo ejemplo para quienes lo rodean sin poses ni etiquetas.
SIGNIFICADOS
NEGATIVOS
El orgullo incita a la persona a valorarse demasiado,
creyéndose capaz de hacer cualquier cosa por encima de los demás e incluso de
sus propias capacidades, de las circunstancias o mejor dicho los contratiempos
que se presenten. Esta idea deriva directamente en que la persona orgullosa
ponga en detrimento a las demás personas, debido a que piensa que sus
capacidades o que su valor no equipara al suyo, lo que se considera arrogante.
Mahoma
SIGNIFICACIONES
POSITIVAS
EN LA
FILOSOFÍA
Conviene no olvidar la connotación positiva que, ya en su origen
latino, posee la palabra, puesto que la calificación de un acto como soberbio u
orgulloso puede ser sinónimo de óptimo o de bella factura. En la filosofía objetivista
de Ayn Rand, en particular, el orgullo es una de las tres virtudes principales y
se define como estima apropiada de sí mismo que proviene de la ambición
moral de vivir en plena consistencia con valores personales racionales.
Para Nietzsche el orgullo es una virtud elevada, propia de hombres
superiores, la cual conduce a una honestidad absoluta consigo mismo (lo cual
hace imposible cualquier trampa o acto deshonesto), valentía y superación
constante siempre buscando estar por encima de los demás y no ocultarlo ante
nadie en aquello y en todo.
COMO ACTO DE
AUTOAFIRMACIÓN
El orgullo también puede
entenderse como la autoafirmación y reivindicación de lo que uno es y del grupo
o colectivo al que se pertenece. En este sentido, se puede hablar de orgullo
nacional, orgullo racial (un ejemplo conocido es el black pride, un
movimiento de reivindicación y orgullo de las personas negras, en particular en
los Estados Unidos) y orgullo LGBT (de lesbianas, gays, bisexuales y
transexuales).
ARTE
Entre las varias representaciones artísticas con que se ha
identificado la soberbia se encuentran el león, el caballo, el pavo real, el murciélago,
el color violeta y el espejo.
VANITAS
Su título y su concepción se relacionan con un pasaje del Eclesiastés:
vanitas vanitatum omnia vanitas (vanidad de vanidades, todo es vanidad).
El mensaje que pretende transmitir es la inutilidad de los placeres mundanos
frente a la certeza de la muerte, animando a la adopción de un sombrío punto de
vista sobre el mundo.
MANIFESTACIONES
DEL ORGULLO EN GRADO DE SOBERBIA
- Rebeldía
ante la obediencia
- Autoritarismo
al mandar
- Envidia
de los valores de otros
- Crítica
de los envidiados
- La
mayoría (de los momentos) del malhumor en la convivencia familiar
- La
mayoría de los enfados, incluyendo los contrarios a uno mismo
- Nunca
tienen dignidad y mucho menos aceptan sus errores.
EL PECADO DE LA SOBERBIA, ¿CUÁNTO
NOS PUEDE DAÑAR?
Ser soberbio es ego. Y no del que
aporta. Para peor de males, ser soberbio nubla la mirada y no permite reconocer
lo bueno del otro.
En unas maravillosas clases de “Grandes Ideas de Occidente”,
nuestro querido profesor Hugo Miller, ya fallecido hace algunos años, fue
el primero en mencionar un pecado que nunca olvidaré: el pecado de
hybris. En las grandes tragedias griegas, el sufrimiento de los
protagonistas estaba relacionado con haber incurrido en una gran ofensa a los
dioses: la soberbia.
Ser soberbio significaba creerse mejor que la divinidad y obviamente, que el
resto de los humanos. Edipo, Layo, Agamenón, sufrieron los peores destinos
debido a esa actitud en que se sentían mejores que el resto de los mortales.
Ser soberbio hoy día parece popular e interesante. Aprovecharse de
la oportunidad, engañar al sistema o a los otros, descalificar al prójimo,
parecen barnizar de poder al que es suficientemente astuto para sacar beneficio
de ello. Y además puede ser celebrado por otros si se hace con gracia.
Aunque pueda decirse que esta actitud es más bien propia de un
país subdesarrollado, donde recién se empiezan a imponer las normas de
urbanidad, en los grandes países el pecado de hybris continúa igual.
Si bien los grandes países son más cuidadosos en mantenerse en lo
“políticamente correcto” y no criticar a viva voz a las minorías y acatar las
reglas, a menudo sus habitantes caen en el mismo juego cuando se trata de
compararse con sus congéneres de otros países, donde existen las categorías de
primera, segunda y tercera.
En el mundo de los negocios, la empresa y el entorno laboral, el
afán de competencia lleva a menudo a abordar con falta de caridad
al prójimo. Así, clientes, competidores, colegas y jefes son descalificados y
pasan a estar en la lista de los desvariados que sólo quieren molestar.
En el entorno familiar, el ex marido, la ex mujer, la suegra, los
amigos de la pareja, cualquiera que represente una amenaza a la competencia o a
la atención del otro, pueden entrar rápidamente en una lista negra. Los que
están en ella, aunque puedan tener razón en algunas ocasiones, no calificarán
nunca para un reconocimiento.
LA SOBERBIA IMPIDE APRENDER
Ser soberbio es ego. Y no del que
aporta. Para colmo de males, ser soberbio nubla la mirada y no permite reconocer
lo bueno del otro. Además, ser soberbio altera la propia realidad y no
permite identificar las propias debilidades. Por lo tanto, evita la evolución.
Nada es personal, dice Miguel Ruiz
en su libro “Los Cuatro Acuerdos”. De ahí lo absurdo de la soberbia. Sin
autocrítica ni reconocimiento de que el otro puede tener la razón y yo estar
equivocado, llegan las peores sorpresas. Es por eso que las tragedias griegas
tienen un sentido educativo. Hoy el pecado de hybris tiene tiene el mismo
castigo que en la Grecia antigua. Si bien puede reportar beneficios de corto
plazo, sus consecuencias bien pueden desembocar en grandes dramas.
Lo positivo
de ello es que de alguna manera, el ser encuentra la herramienta para un
aprendizaje. Y si no es por las buenas, será por las malas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.