Es interesante abordar el estudio de lo que la iglesia católica llama pecados capitales para iniciar la comprensión y estudio de la conducta humana, pero tanto más importante es estudiar, identificar las emociones que los acompañan y comprender nuestra propia conducta así como la de otras personas, para tratar de corregir aquellas que producen situaciones y sentimientos que nos causen dolor.
Se comienza con la definición de pecado y pecado original, para luego continuar con los pecados capitales y su origen en la apologética cristiana.
Se llama pecado a la transgresión voluntaria de la norma religiosa o moral. El sentimiento de culpa por este tipo de transgresión es común a todas las culturas y religiones.
El pecado original que nos enseña la Iglesia Católica es el que se hereda del cometido en el paraíso por los primeros padres Adán y Eva, que no es otro que la desobediencia; y Los Siete Pecados Capitales constituyen el origen de todos los demás.
Según la doctrina cristiana, el sacrificio de Jesús en la cruz significó la redención de la humanidad, de forma que, mediante el arrepentimiento y la reconciliación con Dios, los hombres pueden liberarse de sus pecados y acceder a la gracia.
Conozcamos Más a Los Pecados Capitales:
Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana está principalmente inclinada, es decir, son "pasiones humanas pecaminosas".
Juan Casiano fue un sacerdote rumano que dentro de sus muchos escritos filosóficos en materia del comportamiento humano, clasificó los pecados capitales en 7: Soberbia, Pereza, Lujuria, Avaricia, Gula, Ira y Envidia.
Analizaremos cada uno de ellos y sus Virtudes para evitarlos, en otros post.
El término «capital» (de caput, capitis, "cabeza", en latín) no se refiere a la magnitud del pecado sino a que cada uno de ellos juntos o separados dan origen a muchos otros pecados o transgresiones. De acuerdo a santo Tomás de Aquino (II-II:153:4).
Un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable, de manera tal que en su deseo y obtención, una persona comete muchos pecados, todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal. […] Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana caída está principalmente inclinada.Tomás de Aquino
Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser referidos a los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a san Juan Casiano y a san Gregorio Magno (Mor. 31, 45). Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza.Catecismo de la Iglesia Católica, N.º 1866,
artículo 8, «El pecado» (V: La proliferación del pecado).
Lista de los Pecados Capitales
La identificación y definición de los pecados capitales a través de su historia ha sido un proceso fluido y ―como es común con muchos aspectos de la religión― con el tiempo ha evolucionado la idea de lo que envuelve cada uno de estos pecados. Ha contribuido a estas variaciones el hecho de que no se hace referencia a ellos de una manera coherente o codificada en la Biblia y por tanto se han consultado otros trabajos tradicionales (literarios o eclesiásticos) para conseguir definiciones precisas de los pecados capitales.
Al principio del cristianismo, todos los escritores religiosos ―Cipriano de Cartago, Juan Casiano, Columbano de Lexehuil, Alcuino de York― enumeraban ocho pecados capitales.
El número siete fue dado por el papa Gregorio Magno y se mantuvo por la mayoría de los teólogos de la Edad Media.
Ocho Pecados Capitales
Se sabe que el santo africano Cipriano de Cartago (f. 258) ―en De Mort. (IV)― escribió acerca de ocho pecados principales.
El monje Evagrio Póntico (345-399) escribió en griego Sobre los ocho vicios malvados, una lista de ocho vicios o pasiones malvadas (logismoi en griego) fuentes de toda palabra, pensamiento o acto impropio, contra los que sus compañeros monjes debían guardarse en especial. Dividió los ocho vicios en dos categorías:3
- Cuatro vicios concupiscibles o deseos de posesión:
- Gula y Ebriedad (gastrimargia: ‘gula y ebriedad’).
- Avaricia (philarguria: ‘amor hacia el oro’).
- Lujuria (porneia)
- Vanagloria (kenodoxia)
- Cuatro vicios irascibles, que ―al contrario que los concupiscibles―, no son deseos sino carencias, privaciones, frustraciones.
- Ira (orgè: cólera irreflexiva, crueldad, violencia).
- Tristeza (lupè)
- Pereza (acedia: depresión profunda, desesperanza).
- Orgullo (uperèphania)
En el siglo V, san Juan Casiano (ca. 360-435) ―en su De instit. cænob. (V, coll. 5, «de octo principalibus vitiis»)― actualizó y difundió la lista de Evagrio.
- Gula y Ebriedad (que Casiano dejó en griego gastrimargia, porque no encontró una palabra acomodada en latín que significara simultáneamente gula y ebriedad);
- Avaricia (philarguria: ‘amor hacia el oro’).
- Lujuria (fornicatio)
- Vanagloria (cenodoxia)
- Ira (ira: cólera irreflexiva, crueldad, violencia).
- Tristeza (tristia)
- Pereza (acedia: depresión profunda, desesperanza).
- Soberbia (superbia)
Columbano de Lexehuil (540-615) ―en su «Instr. de octo vitiis princip.» en Bibl. max. vet. patr. (XII, 23)― y Alcuino de York (735-804) ―en su De virtut. et vitiis, XXVII y siguientes)― continuaron la idea de ocho pecados capitales.
Siete Pecados Capitales
En el siglo VI, el papa romano san Gregorio Magno (circa 540-604) ―en su Lib. mor. en Job (XXXI, XVII)― revisó los trabajos de Evagrio y Casiano para confeccionar una lista propia definitiva con distinto orden y reduciendo los vicios a siete (consideró que la tristeza era una forma de pereza).
- lujuria
- pereza
- gula
- ira
- envidia
- avaricia
- soberbia
San Buenaventura de Fidanza (1218-1274) enumeró los mismos.
Santo Tomás de Aquino (1225-1274) respetó esa misma lista, con otro orden:
- vanagloria (orgullo, soberbia).
- avaricia
- glotonería
- lujuria deseos carnales
- pereza
- envidia
- ira.
El poeta Dante Alighieri (1265-1321) utilizó el mismo orden del papa Gregorio Magno en «El Purgatorio», la segunda parte del poema La Divina Comedia (c. 1308-1321). La teología de La Divina Comedia, casi ha sido la mejor fuente conocida desde el Renacimiento (siglos XV y XVI).
Muchas interpretaciones y versiones posteriores, especialmente derivaciones conservadoras del protestantismo y del movimiento cristiano pentecostal han postulado temibles consecuencias para aquellos que cometan estos pecados como un tormento eterno en el infierno, en vez de la posible absolución a través de la penitencia en el purgatorio.
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