La
ira, es el enfado, el enojo, el disgusto, la cólera, todos sentimientos de
indignación violentos, es la furia contra algo o alguien, es la peor de las
molestias, es el trastorno del enojo.
La
ira, no solo produce molestias y heridas a quien la recibe, también mucha pena
y es alimento del rencor, por tanto es un estado vergonzoso del hombre, esto es
la ira es una pasión indigna.
¿Es
posible no sentir ira?, ¿es posible no enojarse?, tal vez no, ya que esta es una
emoción de la naturaleza del hombre, pero no tener control sobre la ira, es
algo no solo peligroso, es malo, porque este descontrol da lugar al pecado, a
la destrucción de las relaciones entre los hombres, la ira descontrolada da
origen a la agresión física y verbal, la ira atenta contra el respeto a nuestro
prójimo y contra nosotros mismos.
La
ira siempre esta acompañada de un lenguaje ofensivo e hiriente, y esta puede
producir sentimientos de venganzas, por tanto bajo el estado de cólera puedes
ser presa fácil del demonio.
La
ira es un sentimiento del hombre, que depende del temperamento de la persona y
en muchos caso de los patrones de conducta aprendidos en el seno familiar, esta
muy influenciado por las experiencias de injusticia, es herencia de asuntos
doloroso nunca resueltos, que llevan implícitas
situaciones de pesar y sus consecuencias es la incapacidad de perdonar
al prójimo, de perdonarnos a nosotros mismos, es así como produce incapacidad
de aceptar la voluntad de Dios.
La
falta de tranquilidad en el corazón de los hombres, la impaciencia, el
descontrol sobre si mismo, la negativa a aceptar el punto de vista de los
demás, alimenta la ira, por tanto es necesario tener conciencia que cada
persona tiene derecho a tener diferentes opiniones, y no dejarse llevar por la
ira, especialmente si nuestras opiniones no son consideradas.
La
ira atenta contra nuestro prójimo, y si decimos que tenemos que respetar a
nuestro prójimo, entonces recordemos que los mas cercano están en nuestra
propia familia con quien convivimos y ellos no pueden ser consecuencia de
nuestra ira, pero tenemos un prójimo aún mas intimo, y ese habita en nuestro
corazón y ese es Jesús, y no podemos descargar nuestra ira sobre nuestro propio
cuerpo. Es así como reconozcamos con humildad al Señor que tenemos sentimientos
de ira, y solicitemos su ayuda para controlarla, pero no para reprimirla y
amargarnos porque no podemos desahogarnos, sino para apartarla o liberarla de
forma tal que no les provoquemos daño a otras personas.
No
confundamos el control sobre este mal sentimiento con reprimir, porque
podríamos acumular resentimientos y esto nos va a impedir que tengamos paz
interior, es así como en esta situación, pidamos un buen consejo, acudamos a
quien nos pueda ayudar a la paz espiritual,
y no dejemos de acudir a nuestro Señor, con humildad y disposición, él nos
comprenderá y nos dará la fuerza que necesitamos para ganarle a esta negativa
emoción.
La
Ira es uno de los siete pecados capitales. Los vicios pueden ser catalogados
según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser comprendidos en los
pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a S.
Juan Casiano y a S. Gregorio Magno (mor. 31,45). Son llamados capitales porque
generan otros pecados, otros vicios. Entre ellos soberbia, avaricia, envidia,
ira, lujuria, gula, pereza. (CC 1866)
De
acuerdo a Santo Tomás (II-II:153:4) “un vicio capital es aquel que tiene un fin
excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos
pecados todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente
principal”. Entonces, no es la gravedad del vicio en sí mismo que lo torna en
capital sino el hecho que da origen a muchos otros pecados. Estos son
enumerados por Santo Tomás (I-II:84:4) como vanagloria (orgullo), avaricia,
glotonería, lujuria, pereza, envidia, ira.
"El
necio da rienda suelta a toda su ira, más el sabio al fin la sosiega"
(proverbios 29:11).
Cuando
alguien recibe ofensa o insultos muy graves contra la honra o dignidad, se
enfrenta a una situación difícil de controlarse. Lo peor es que si no ha dado
una respuesta, pierde la tranquilidad hasta el desagravio.
La
Ira, provoca una pasión destructora y es la causante de grandes tragedias. En
efecto, son irreparables los males que ha provocado un instante de descontrol y
cólera.
Son
muchas las familias, amigos, vecinos y compañeros de trabajo, que no han sabido
controlar la pasión de la ira y hoy se sienten como verdaderos enemigos.
También
son mucho los graves errores que se ha cometido en el mundo, motivado por los
impulsos de cólera. Muchos llantos y lágrimas han sido provocados por arrebatos
incontrolados. Es así, como la ira tiene una gran fuerza destructora.
Nosotros
mismo, sabemos en conciencia, como hemos sido arrastrados por el impulso de la
cólera, la rabia o la ira. Y luego también hemos sentido en nuestro corazón
indignación por no haber sabido dominar esta pasión. Peor no hemos sentido
cuando sabiendo lo mala que es, volvemos a ser dominado por ella.
La
ira, no solo nos produce enemistarnos con los demás, también nos produce
grandes males a nosotros mismo. El pesar de haber experimentado pasiones de
ira, no solo nos produce vergüenza, también dolor.
A
todos nos sucede, que al observar a dos personas dominada por la pasión de la
ira y enceguecida por los arrebatos, nos decimos que incomprensible una
obcecación así. Sin embargo, no siempre somos capaces de ayudar a quien la
razón no le deja pensar en la torpeza que esta cometiendo.
En
el Catecismo Católico, encontramos los párrafos siguientes:
1765 Las pasiones son numerosas. La más
fundamental es el amor que la atracción del bien despierta. El amor causa el
deseo del bien ausente y la esperanza de obtenerlo. Este movimiento culmina en
el placer y el gozo del bien poseído. La aprehensión del mal causa el odio, la
aversión y el temor ante el mal que puede venir. Este movimiento culmina en la
tristeza del mal presente o la ira que se opone a él.
1772 Ejemplos eminentes de pasiones son
el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la tristeza y la ira
1866 Los vicios pueden ser catalogados
según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser comprendidos en los
pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a S.
Juan Casiano y a S. Gregorio Magno (mor. 31,45). Son llamados capitales porque
generan otros pecados, otros vicios. Entre ellos soberbia, avaricia, envidia,
ira, lujuria, gula, pereza. 2539
2259 La Escritura, en el relato de la
muerte de Abel a manos de su hermano Caín (cf Gn 4,8-12), revela, desde los
comienzos de la historia humana, la presencia en el hombre de la ira y la
codicia, consecuencias del pecado original. El hombre se convirtió en el
enemigo de sus semejantes. Dios manifiesta la maldad de este fratricidio:
"¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el
suelo. Pues bien: maldito seas, lejos de este suelo que abrió su boca para
recibir de tu mano la sangre de tu hermano" (Gn 4,10-11). 401
2262
En el Sermón de la Montaña, el Señor recuerda el precepto: "No
matarás" (Mt 5,21), y añade el rechazo absoluto de la ira, del odio y de
la venganza. Más aún, Cristo exige a sus discípulos presentar la otra mejilla
(cf Mt 5,22–39), amar a los enemigos (cf Mt 5,44). El mismo no se defendió y
dijo a Pedro que guardase la espada en la vaina (cf Mt 26,52).
2302 Recordando el precepto: "no
matarás" (Mt 5,21), nuestro Señor exige la paz del corazón y denuncia la
inmoralidad de la cólera homicida y del odio:
La
cólera no nos permite saber lo que hacemos y menos aún lo que decimos, porque
cuando un hombre esta dominado por la ira, esta abandonado a la razón.
La
Sagradas Escrituras no dicen:
Y
extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán; porque en mi ira te
castigué, mas en mi buena voluntad tendré de ti misericordia. Isaías 60:10
"Deja
la ira y abandona el furor, no te irrites, solo harías lo malo" (Salmo
37:8).
"El
que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal, y sus
labios no hablen engaño. Apártese del mal y haga el bien; busque la paz y
síguela. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos
a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra los que hacen el
mal"(I Pedro 3:10-12).
"Enojados,
pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis oportunidad al
diablo" (Efesios 4:26,27)
"Humillaos
bajo la poderosa mano de Dios para que Él os exalte a su debido tiempo, echando
toda ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros" (I Pedro 5:
6,7).
"Porque
no nos ha dado Dos espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio
propio" (2 Timoteo 1:7). "No te apresures en tu espíritu a enojarte,
porque el enojo se anida al seno de los necios"(Eclesiastés 7:9)
"Sed
de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu de
humildad, no devolver mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien
bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito de heredar
bendición" (1 Pedro 3:8,9).
"Por
tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, vestíos de profunda compasión,
de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia" (Colosenses 3:
12).
"Andad
en el espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne" (Gálatas 5: 16).
"El fruto del espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
fe, mansedumbre y dominio propio, contra tales cosas no hay ley" (Gálatas
5: 22,23).
De
las pasiones y emociones del hombre, esto es el placer, el amor, el miedo y la
ira, la última una de las más perniciosas
para el ser humano.
La
ira impide actuar de forma serena y
produce alteraciones de la conducta que llegan a ser extremas.
La
ira está muy relacionada con los fracasos, frustraciones y conflictos del
hombre. Lo peor es que la ira crea situaciones de violencia en muchos casos y
en los que no, lleva a los individuos a alimentar odios y resentimientos.
Por
supuesto, que el odio es el sentimiento contrario al amor, pero lo peor, es
quien lo padece no conoce la palabra perdón.
Es
así, como cristianos, no podemos ser dominados por esta pasión, que nos aleja
del principal precepto que tenemos de amar a Dios y a nuestro prójimo, por tanto,
debemos hacer un esfuerzo para lidiar con la rabia, la ira y el odio. Este
esfuerzo, nos traerá mucha paz a nuestro corazón.
Si
bien es cierto que es necesario descargar nuestras rabias, aprendamos a hacerlo
de una forma lejos de toda violencia y odiosidad. La reflexión, la meditación y
la oración siempre será un buen método, pues esta nos reconforta y nos lleva a
la calma.
A
pesar de que vivimos en un mundo agresivo, recordemos que nuestra misión es la
paz entre los hombres, la paz de Cristo. Busquemos y motivemos la paz anímica y
espiritual, haciendo todo el esfuerzo posible para desterrar la ira, hagámoslo
por Cristo nuestro Señor.
Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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