¿RECUERDA UD. Ese anuncio
televisivo en los años setenta de Alka Seltzer?
Un hombre
visiblemente en náuseas gemía: "No puedo creer que me haya comido todo eso".
Su esposa lo reprende diciéndole: "Te lo comiste". Si bien humorístico,
este anuncio puede ser un útil recordatorio de los peligros por comer en exceso.
Comer
o beber en exceso es conocido por los cristianos como gula. Además de causar indeseables
efectos físicos secundarios, tales como la obesidad, Las enfermedades y un embotamiento de la voluntad y el intelecto,
la gula causa también graves e indeseables efectos secundarios en lo espiritual.
Esta
es la razón por la que el Papa San Gregorio
el Grande calificó a la glotonería como pecado "capital", ya que es la causa de que surjan varios otros
pecados.
Tengamos
en cuenta que, a pesar de que la gula la
asociamos específicamente con la desmesura en el comer y el beber, se trata de
un trastorno espiritual que podemos aplicar a las cosas creadas en general, no
sólo a la comida.
Cuando
uno se deja llevar en demasía por el apetito sensual por cualquier cosa
–comida, alcohol, sexo, diversión etc. -, se convierte en un glotón.
Y si
bien entendemos, que la gula no es típicamente un pecado mortal (aunque siempre
es al menos un pecado venial), es particularmente peligrosa porque con frecuencia
es la causa de pecados aún peores.
Santo
Tomás de Aquino enseñó: "La gula denota, no un deseo de comer y beber, sino
un deseo desordenado".
Surge
de "un placer desordenado en el comer y el beber". Esto significa que
comer, en sí mismo, no es el problema. Todos tenemos que comer para mantenernos
vivos. Es más bien cuando cedemos voluntariamente a un apetito desordenado o inmoderado
(esto es, excesivo) por la comida, que comenzamos a entrar en el territorio del
pecado.
Al hablar
acerca de las personas cuya atención se centra sólo en los placeres sensuales y
terrenales, San Pablo advirtió: "Sigan mi ejemplo, hermanos y observen atentamente
a los que siguen el ejemplo que yo les he dado.
Porque
ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan
como enemigos de la cruz de Cristo. Su fin es la perdición, su dios es el vientre,
su gloria está en aquello que debería avergonzarlos, y sólo aprecian las cosas de
la tierra" (Flp 3,17--‐19).
La frase
de San Pablo, "su dios es el vientre", es una manera efectiva para describir
el problema fundamental de la gula; es una tendencia a hacer de una cosa creada
– en este caso, la comida –un dios. Y cuando esta tendencia se vuelve tan arraigada
y la persona se enfoca de tal manera en el placer de comer alimentos, hasta convertirlos
– en cierto sentido –en objetos de deseo por el apetito, entonces llega a convertirse
en verdad en esclavo de los propios sentidos. La gula, uno de los siete pecados
capitales, tiene como su opuesto la templanza, que es una de las cuatro virtudes
cardinales.
La clave es darse cuenta de que si tenemos problemas con la gula, con la gracia de Dios, podemos superarla al cultivar la virtud de la templanza —esto es, la moderación en el comer y el beber. Un autor católico define la moderación como "el recto hábito que hace que un hombre gobierne su apetito natural por los placeres de los sentidos, de acuerdo con la norma prescrita por la razón". La Sagrada Escritura contiene numerosas advertencias sobre los peligros de la gula y la falta de moderación, y la belleza de la templanza como autocontrol:
La clave es darse cuenta de que si tenemos problemas con la gula, con la gracia de Dios, podemos superarla al cultivar la virtud de la templanza —esto es, la moderación en el comer y el beber. Un autor católico define la moderación como "el recto hábito que hace que un hombre gobierne su apetito natural por los placeres de los sentidos, de acuerdo con la norma prescrita por la razón". La Sagrada Escritura contiene numerosas advertencias sobre los peligros de la gula y la falta de moderación, y la belleza de la templanza como autocontrol:
PROVERBIOS
23, 19-21 — "Escucha, hijo mío, y te harás sabio, y enderezarás
tu corazón por el buen camino. No te juntes con los borrachos ni con los que se
hartan de carne, porque el borracho y el glotón se empobrecen, y la modorra hace
andar vestido con harapos".
ECLESIÁSTICO 37, 27-31-
"Hijo mío, para tu régimen de comida, pruébate a ti mismo:
mira qué te hace mal y prívate de ello. Por bueno todo es conveniente para todos
ni a todos les gusta lo mismo. No seas insaciable de placeres ni te excedas en las
comidas. Porque el exceso en las comidas acarrea enfermedades y la glotonería provoca
cólicos. La glotonería causó la muerte de muchos, pero el que se cuida prolongará
su vida".
En LUCAS 31, 34-35,
Nuestro Señor aludió la gula en el comer y el beber, cuando dijo: "Tengan cuidado
de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la
vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque
sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra". La palabra griega usada
aquí para "excesos" es kraipdle, que puede traducirse más literalmente
como "glotonería", que es una palabra elegante para "exagerar"
en el comer y el beber. Cristo nos enseña aquí que las personas que se centran en
la sensualidad no estarán preparadas para ese momento repentino e inesperado cuando
mueran y se presenten ante Cristo el Juez para rendirle cuentas de su vida (cfr.
Mateo 25,31; Lucas 12,16--‐20; Romanos
14,12).
1 CORINTIOS
6,12 - 13; 19-20— "‹Todo me está permitido›, pero no todo es
conveniente. ‹Todo me está permitido›, pero no me dejaré dominar por nada. Los alimentos
son para el estómago y el estómago para los alimentos, y Dios destruirá a ambos.
Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para
el cuerpo. Y Dios que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su
poder"... "¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo,
que habita en ustedes y que han recibido de Dios? Por lo tanto, ustedes no se pertenecen,
sino que han sido comprados, ¡y a qué precio! Glorifiquen entonces a Dios en sus
cuerpos".
ROMANOS
13, 12-14— "La noche está muy avanzada y se acerca el
día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la
luz. Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en
la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias. Por el contrario,
revístanse del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de
la carne". Pasajes adicionales: Deuteronomio 21, 20; Proverbios 21, 17;
28, 7; Mateo 11, 19; Lucas 7, 34; Romanos 12, 1-2; Gálatas 5, 19-21; Tito 1, 12.
Secciones relativas en el Catecismo: 1866, 2290, 2535.
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