domingo, 28 de octubre de 2012

LA GULA - "No sólo de pan vive el hombre"

Por: Patrick Madrid

¿RECUERDA UD. Ese anuncio televisivo en los años setenta de Alka Seltzer? 

Un hombre visiblemente en náuseas gemía: "No puedo creer que me haya comido todo eso". Su esposa lo reprende diciéndole: "Te lo comiste". Si bien humorístico, este anuncio puede ser un útil recordatorio de los peligros por comer en exceso.

Comer o beber en exceso es conocido por los cristianos como gula. Además de causar indeseables efectos físicos secundarios, tales como la obesidad, Las enfermedades  y un embotamiento de la voluntad y el intelecto, la gula causa también graves e indeseables efectos secundarios en lo espiritual.

Esta es  la razón por la que el Papa San Gregorio el Grande calificó a la glotonería como pecado "capital",  ya que es la causa de que surjan varios otros pecados.

Tengamos en cuenta que, a pesar de que la gula  la asociamos específicamente con la desmesura en el comer y el beber, se trata de un trastorno espiritual que podemos aplicar a las cosas creadas en general, no sólo a la comida.

Cuando uno se deja llevar en demasía por el apetito sensual por cualquier cosa –comida, alcohol, sexo, diversión etc. -, se convierte en un glotón.

Y si bien entendemos, que la gula no es típicamente un pecado mortal (aunque siempre es al menos un pecado venial), es particularmente peligrosa porque con frecuencia es la causa de pecados aún peores.

Santo Tomás de Aquino enseñó: "La gula denota, no un deseo de comer y beber, sino un deseo desordenado".
Surge de "un placer desordenado en el comer y el beber". Esto significa que comer, en sí mismo, no es el problema. Todos tenemos que comer para mantenernos vivos. Es más bien cuando cedemos voluntariamente a un apetito desordenado o inmoderado (esto es, excesivo) por la comida, que comenzamos a entrar en el territorio del pecado.

Al hablar acerca de las personas cuya atención se centra sólo en los placeres sensuales y terrenales, San Pablo advirtió: "Sigan mi ejemplo, hermanos y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado.
Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que debería avergonzarlos, y sólo aprecian las cosas de la tierra" (Flp 3,17--19).

La frase de San Pablo, "su dios es el vientre", es una manera efectiva para describir el problema fundamental de la gula; es una tendencia a hacer de una cosa creada – en este caso, la comida –un dios. Y cuando esta tendencia se vuelve tan arraigada y la persona se enfoca de tal manera en el placer de comer alimentos, hasta convertirlos – en cierto sentido –en objetos de deseo por el apetito, entonces llega a convertirse en verdad en esclavo de los propios sentidos. La gula, uno de los siete pecados capitales, tiene como su opuesto la templanza, que es una de las cuatro virtudes cardinales. 

La clave es darse cuenta de que si tenemos problemas con la gula, con la gracia de Dios, podemos superarla al cultivar la virtud de la templanza —esto es, la moderación en el comer y el beber. Un autor católico define la moderación como "el recto hábito que hace que un hombre gobierne su apetito natural por los placeres de los sentidos, de acuerdo con la norma prescrita por la razón". La Sagrada Escritura contiene numerosas advertencias sobre los peligros de la gula y la falta de moderación, y la belleza de la templanza como autocontrol: 

PROVERBIOS 23, 19-­21 — "Escucha, hijo mío, y te harás sabio, y enderezarás tu corazón por el buen camino. No te juntes con los borrachos ni con los que se hartan de carne, porque el borracho y el glotón se empobrecen, y la modorra hace andar vestido con harapos".

ECLESIÁSTICO 37, 27-­31- "Hijo mío, para tu régimen de comida, pruébate a ti mismo: mira qué te hace mal y prívate de ello. Por bueno todo es conveniente para todos ni a todos les gusta lo mismo. No seas insaciable de placeres ni te excedas en las comidas. Porque el exceso en las comidas acarrea enfermedades y la glotonería provoca cólicos. La glotonería causó la muerte de muchos, pero el que se cuida prolongará su vida".

En LUCAS 31, 34-­35, Nuestro Señor aludió la gula en el comer y el beber, cuando dijo: "Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra". La palabra griega usada aquí para "excesos" es kraipdle, que puede traducirse más literalmente como "glotonería", que es una palabra elegante para "exagerar" en el comer y el beber. Cristo nos enseña aquí que las personas que se centran en la sensualidad no estarán preparadas para ese momento repentino e inesperado cuando mueran y se presenten ante Cristo el Juez para rendirle cuentas de su vida (cfr. Mateo 25,31; Lucas 12,16--20; Romanos 14,12). 


1 CORINTIOS 6,12 -­ 13; 19-­20— "‹Todo me está permitido›, pero no todo es conveniente. ‹Todo me está permitido›, pero no me dejaré dominar por nada. Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos, y Dios destruirá a ambos. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. Y Dios que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder"... "¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios? Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, sino que han sido comprados, ¡y a qué precio! Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos".

ROMANOS 13, 12-­14— "La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz. Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias. Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne". Pasajes adicionales: Deuteronomio 21, 20; Proverbios 21, 17; 28, 7; Mateo 11, 19; Lucas 7, 34; Romanos 12, 1-2; Gálatas 5, 19-21; Tito 1, 12. Secciones relativas en el Catecismo: 1866, 2290, 2535.


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