jueves, 18 de octubre de 2012

AVARICIA / CODICIA




La avaricia es una inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones. La codicia, por su parte, es el afán excesivo de riquezas, sin necesidad de querer atesorarlas.

La codicia (o a veces la avaricia) se considera un pecado capital, y como tal, en cualquier sociedad y época, ha sido demostrada como un vicio. En efecto, al tratarse de un deseo que sobrepasa los límites de lo ordinario o lícito, se califica con este sustantivo actitudes peyorativas en lo referente a las riquezas.

La codicia es un término que describe muchos otros ejemplos de pecados. Estos incluyen deslealtad, traición deliberada, especialmente para el beneficio personal. Búsqueda y acumulación de objetos, estafa, robo y asalto, especialmente con violencia, los engaños o la manipulación de la autoridad son todas acciones que pueden ser inspirados por la avaricia. Tales actos pueden incluir la simonía.

Los budistas creen que la codicia está basada en una errada conexión material con la felicidad. Esto es causado por una perspectiva que exagera los aspectos de un objeto.

No hay nadie peor que el avaro consigo mismo, y ese es el justo pago de su maldad.
Libro Eclesiástico •Capitulo 14 La avaricia y la envidia 14:6

Simbología

Se pinta a la avaricia siempre ya entrada en edad, flaca, algunas veces hidrópica, con el rostro pálido y amoratado, ocupada en contar su dinero o teniendo un bolsillo cogido con fuerza.


Se le da por atributo un lobo hambriento. Entre los poetas, Tántalo es el emblema del avaro. Para expresar que solo hace bien cuando muere, los italianos la han dado por divisa una víbora, con estas palabras: Offende viva, e risana morta, Hiere cuando vive y después de muerta cura. Se la puede también representar con una mujer que se aparta de un cuerno de la abundancia.



El mito global solo nos empuja a la era de la melancolía. El modelo de la codicia se balancea entre la ira y la codicia; mientras la aldea global es solo una esperanza ingenua.
Lao Tse


La avaricia se diferencia de la codicia ya que ésta última supone el afán excesivo de riquezas, aunque sin la voluntad de atesorarlas. Quien es avaro, pretende acumular todo tipo de riquezas materiales y no está dispuesto a gastarlas o compartirlas.


Es frecuente que la avaricia aparezca vinculada con otros pecados o con delitos, como la traición, la estafa y el soborno. El avaro sólo pretende sumar más y más riquezas y no conoce ningún límite legal o ético para cumplir con su objetivo. Si es necesario perjudicar a otra persona o pasar por encima de la ley, el avaro está dispuesto a hacerlo.

El vínculo que el avaro establece entre la felicidad y las posesiones materiales es condenado por las religiones. Asociar el placer con un objeto, en definitiva, impide el pleno desarrollo del sujeto y lo aleja de la dimensión espiritual.










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